Protegidos contra el fuego

El mantenimiento adecuado de los sistemas es la clave de su eficacia

En las comunidades de vecinos también se deben realizar las preceptivas inspecciones de sus instalaciones contra incendios, así como los trabajos de mantenimiento  de  las mismas como marca la normativa vigente -el RIPCI (Reglamento  de Instalaciones de Protección Contra Incendios)-, para  evitar  problemas en el caso de que sea necesaria su utilización.

Este reglamento  exige un programa   de   mantenimiento   de   los medios de lucha contra  incendios cada tres y seis meses, pudiéndose realizar estas operaciones por la empresa  mantenedora  autorizada o por el usuario o titular de la instalación  y anualmente de  forma obligatoria por la  empresa mantenedora homologada, correspondiendo las operaciones anuales al mantenimiento  de los sistemas más complejos.

Hay dos partes diferenciadas en un edificio: el garaje y las plantas altas de pisos. En el garaje lo habitual es disponer  de  grupo  de  incendios, depósito y red  de BIES (bocas de incendio equipadas), si tiene más de 500 metros  cuadrados, y sistemas de detección de fuego si tiene más de 1.000 metros cuadrados de superficie, además de los imprescindibles extintores.

En el sistema de columna seca (“USO EXCLUSIVO BOMBEROS”) los bomberos conectan las mangueras de sus camiones a la  toma de la fachada y el agua suministrada por ellos a presión asciende por la tubería, de forma que pueden conectar mangueras enchufadas a las bocas de salida de la planta donde se ha producido el incendio. De esta forma, evitan tener que desplegar mangueras a lo largo de las escaleras y agilizan los preparativos para comenzar a atajar las llamas, algo en lo que el tiempo es fundamental.

Las BIES y los extintores podrían ser utilizados por el personal de la comunidad en caso de incendio. En el primer caso, el grupo arrancaría automáticamente   en cuanto se abriera el aparato, y  ofrecería  una autonomía de  una  hora  con  dos mangueras en funcionamiento.

Los  problemas  más  comunes  en los sistemas de protección  contra incendios son los de las centralitas o detectores que no funcionan correctamente, la rotura y atasco de tuberías, llaves de apertura y cierre estropeadas, racores  de  conexión en mal estado, grupo sin buen mantenimiento que no arranca cuando se necesita, depósitos de reserva de agua de incendios vacíos… Todo ello  puede traducirse en  una demora o imposibilidad a la hora de atacar el fuego cuyas consecuencias pueden ser muy graves.